El cabo primero José Antonio Durán Mendoza tenía un expediente inmaculado antes de aterrizar en Irak en noviembre de 2003. Todos los exámenes físicos y psicológicos en regla y reconocimientos y medallas honoríficas de todo tipo: de la Cruz del Mérito Militar a la Medalla de Oro de la Cruz Roja pasando por la Medalla OTAN o el Distintivo de Mérito por Operación de Mantenimiento de la Paz en Irak.
Hasta la primavera de 2004 Durán participó en la operación Iraqi Freedom, liderada por Estados Unidos, como escolta personal del Jefe de su misión. Allí le tocó vivir la batalla de Najaf, que comenzó el 4 de abril de 2004. Hasta ese día, cerca de 2.600 soldados españoles habían pasado por Irak, la mayor parte de ellos concentrados en la base España de Diwaniya.
“Al llegar a España se le diagnosticó un trastorno ansioso depresivo de matiz paranoide con origen reactivo a las experiencias vividas en Irak”, explica a VICE News José Antonio Romero Porro, abogado de Durán. Acto seguido fue dado de baja por el Ejército de Tierra. En 2006, tras varios recursos, el Ministerio de Defensa reconoció que esa baja se había producido “en acto de servicio”, lo que implicaba el pago de una pensión extraordinaria.
Según el psicólogo militar Eduardo Samper, directivo de la Sociedad Española de Trastorno de Estrés Postraumático (SETEPT), en el caso de los militares “la proximidad, la intensidad y la duración” de la misión son claves a la hora de desarrollar “una sintomatología relacionada con el estrés” conocida comúnmente como el Síndrome del Combatiente.
Otro factor relevante, según Samper, es “la resistencia de los soldados enfermos a buscar ayuda relacionada con la salud mental”, ya que “sólo entre el 23 y el 40 por ciento” buscan atención especializada. Según Samper, “quizá la razón está en el estigma que esto produce y la percepción de debilidad que sus compañeros y mandos directos puedan tener de ellos”.
En la entrevista, además de repasar los horrores vividos en Najaf y el calvario sufrido en España a su regreso, el cabo primero Durán denunció un pacto de silencio sugerido por los mandos al volver de la misión de Irak.
¿Te has sentido maltratado por el Ejército?
José Antonio Durán: A mí nadie me ha dado la espalda. Nunca. A lo mejor alguno de los mandos superiores…
¿Qué quieres decir?
Te dan una baja psicológica y para algunos pareces un tonto. Aunque el Ejército nunca me ha podido maltratar: he sido un tío con el que todos los jefes de unidad han estado contentos… Pero te diré algo: el Ejército español se tiene que acondicionar e igualar al americano. En este aspecto [en el seguimiento de trastornos de salud mental] somos tercermundistas.
¿Cuál fue tu primera misión?
Antes de Irak ya llevaba más misiones. Bosnia fue la primera, como casco azul de Naciones Unidas; el resto fueron misiones de la OTAN. Allí vivimos y pasamos calamidades, pero lo de Irak fue otra cosa. Si yo pudiese explicarme a mí mismo…
¿Qué te resultó tan insoportable?
A lo mejor el daño no lo hacen solo las balas ni los cartuchos. Hay cosas que te pueden causar más dolor, como los daños colaterales. Eso me ha sembrado el pánico porque yo tengo hijos, y por aquellas fechas [Najaf, 2004] eran niños. Ver a niños morir de hambre, o con parásitos, duele mucho.
¿No habías tenido ningún síntoma previo? ¿Ningún examen psicológico negativo?
No. Y que quede claro que yo antes había pasado los [exámenes] psicotécnicos como cualquier militar y los pasé favorables: si no, no podría haber ido a la misión y menos en mi puesto táctico, como escolta del general. Eso sí, durante mi estancia en Irak visité cuatro veces al psicólogo.
¿Qué recuerdas de tu llegada a Irak? ¿Y a Najaf en particular?
Najaf fue en abril de 2004. Yo aterricé en Irak el 13 de diciembre de 2003, el día que fue capturado Saddam Hussein. Fui allí a lo que tuviese que venir… y lo que vino pudo conmigo. Mi cabeza no pudo aguantarlo.
¿Hasta qué punto os sentisteis amenazados?
De noche no dormía. No es que me despertase, es que no dormía. Lo que yo he visto no se lo deseo a nadie. Llevaba tres días y apenas habíamos tomado el mando cuando ya nos tiraron tres morterazos en Diwaniya. Aquellos recuerdos me siguen saliendo todos los días.
Tras la detención de Muqtada Al Sadr por parte de los marines estadounidenses, la base de Najaf fue asaltada como represalia. ¿Qué fue lo peor de aquellos días?
Una cosa que no olvidaré es el momento en que un soldado estadounidense le soltó las bridas a un prisionero y le dejó hablarnos, y el prisionero nos dijo: “Nosotros llegamos en pateras: vosotros saldréis nadando”. Cuando te hablan en perfecto castellano, te cagas de miedo.
¿Nunca habías pasado por nada igual?
La primer víctima mortal que conocí fue en mayo de 1994, un sargento compañero que falleció junto a su intérprete en Bosnia y Herzegovina. Y eso te va marcando. Y te van quedando secuelas que te van haciendo un surco en el corazón. A ver, yo no sé si la experiencia vivida en el territorio iraquí procesó en mí un trastorno ansioso depresivo; a lo mejor eso procede de años atrás, de aquella primera misión. Aquel compañero nunca se me olvidará.
¿Es cierto que tras la misión de Irak hubo un pacto de silencio de cara a la prensa?
Cada vez que aterrizaba un vuelo de zona de operaciones a territorio nacional nos daban la orden: prohibido hacer declaraciones. Las daba el jefe del vuelo, el oficial del vuelo.
Los atentados del 11M en Madrid [marzo de 2004] tuvieron lugar un mes antes que el ataque a la base de Najaf. ¿Cómo te sentías en aquellos momentos?
No lo sé, te puedo decir que cuando tuvieron lugar los atentados del 11M aquí en España nosotros estábamos en Irak, y no hay más miedo que el del valiente. Aquel día [11 de marzo de 2004] sentías que tu España querida estaba siendo aterrorizada.
¿Crees que los soldados españoles llegaron preparados a Irak?
El Ejército español aprendió mucho en Bosnia. Tuvimos suerte de tener misiones en los Balcanes: fueron como unas maniobras internacionales para luego vivir el máximo en Irak.
¿Pasaste miedo en Irak?
Los valientes, como te digo, tienen miedo. El miedo es el sexto sentido de los combatientes. Pero cuando el miedo llega a tu nación, estando tú a miles de kilómetros, ese miedo es peor. El Ejército está para ayudar: sea aquí, en Bosnia, Líbano, Afganistán o Irak… Ahora, si nos pegan cuatro cartuchazos nos tenemos que defender. ¿Y por eso somos asesinos? ¿Macabros? No. Cuando salimos de misión, la primera orden que nos dan es regresar, y esa hay que cumplirla.
Dices que se os ve como “asesinos”…
Cuando el gobierno cambió de Aznar a Zapatero [2004] se ordenó la retirada y nos vinimos como señores. Pero que no nos concedieran un reconocimiento ni un distintivo por una de las misiones más arriesgadas que se han vivido… se me cortan las palabras. Si hay algo que me duela es que se culpe a los militares de los fallos de sus gobiernos. Nosotros cumplimos órdenes. Puede mandar el que sea pero los militares siempre somos los mismos.
¿Crees que la sociedad española obvia a sus veteranos de guerra?
Nosotros [a Irak] fuimos a una misión. ¿Y en USA se les trata de héroes? Pues sí, y aquí ni nos miran ni nos ven. En Estados Unidos en cada casa hay una bandera: allí un tío como yo es un héroe, y aquí creo que estamos olvidando a los héroes españoles. A Irak nos mandó el [ex] presidente José María Aznar. Nos mandó a la guerra, porque era una guerra. No fuimos a poner mantas ni a repartir caramelos ni raciones de previsión como en la Guerra de los Balcanes. Luego llegó al gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y nos retiramos, y de repente éramos unos matachines, delincuentes comunes… El Ejército está para defender al ciudadano español, a la órdenes de la Constitución.
¿Cómo empezaron tus problemas?
Todo empezó a los dos meses de volver de Irak. Llevé el parte de baja y allí en la base [Bótoa, en Badajoz] pensaron que me estaba riendo de ellos y tomando represalias. Pero luego vieron que iba en serio. Cuando me vieron ingresado en un psiquiátrico en Madrid y recibieron el parte de baja se echaron las manos a la cabeza. “El cabo primero Durán”, o El Negro, como me conocen en mi unidad y en el Ejército, “no está de broma”, pensaban: “Lo que ha pasado en Irak lo está sufriendo en España”.
¿Qué sucedió la primera vez que te ingresaron?
Fue en 2004. Ahora creo que estoy bien, aunque eso solo lo pueden decir los especialistas, pero para mi familia la primera vez que desaparecí fue muy duro. Aparecí en Madrid como podía haber aparecido en Sevilla o en Barcelona. Unos días antes nadie sabía dónde estaba… ni yo lo sabía. Si te pudiese explicar esos días de mi vida seria un gran avance para la ciencia… poder explicar eso… no era yo… El alcohol era mi método, mi vitamina.
¿Eras consciente de lo que te pasaba?
Nunca fui consciente de mis daños psicológicos hasta que el propio Ejército me hizo un reconocimiento. [Antes del ingreso en el psiquiátrico] Desaparecí de mi casa y mi misión era suicidarme. Tenía autolesiones en mi cabeza. Me recogió un guardia de seguridad en Madrid. Reconocieron mi cara por la denuncia de desaparición. Llevaba una semana desaparecido. Vino una patrulla urbana y salí corriendo. Me retuvieron y me llevaron a una célula de identificación. A las 15 horas estaba ingresado en un psiquiátrico.
¿Qué pensabas en aquel psiquiátrico?
Me vi desde fuera y pensé: “¿Qué te pasa?” Tenía ya tres hijos. Y puse solución a mi problema. Me había metido en el alcohol y había perdido hasta el conocimiento y el rumbo de mi vida. Y esa no era mi vida. Estaba en una nube.
¿Hasta qué punto tus secuelas las sufrió tu familia?
Mi mujer se dio cuenta de que tenía problemas porque puse un espejo en la puerta de mi casa, no por miedo y ni por cobardía sino por protección a los míos. Mi casa era invulnerable. Mira, no he sido plato de buen gusto, ni siquiera para mí.
¿Qué ha sido lo más duro desde que te diste de baja del Ejército?
Una de las cosas más duras, y quiero que lo pongas, es que cuando llegué al primer reconocimiento médico me dieron el [certificado] C5, no apto para las Fuerzas Armadas. Te llaman “no apto” y te tachan de tonto. Otro momento muy difícil fue cuando mi mujer tuvo que firmar para que me ingresaran en el psiquiátrico de Madrid: es muy duro cuando tienes hijos.
¿Sigues acudiendo a algún tipo de terapia psicológica o psiquiátrica?
No. A día de hoy, no. Mi psiquiatra de confianza murió hace unos años.
¿Cómo te encuentras ahora? ¿A qué te dedicas?
Me siento un tío afortunado. Me sigue saludando la gente por la calle. Badajoz es mi ciudad. Una vez jubilado, para sentirme útil he cogido un kiosco de prensa desde este año. Antes había estado en una empresa de jamones. Necesitaba un trabajo, no podía quedarme en casa.
¿Qué piensas del ‘caso Zaida’ [que denunció el acoso de un superior] y del papel de las mujeres en el Ejército?
Se nos puede tachar de muchas cosas, pero cuando en septiembre de 1993 entraron las mujeres al Ejército… bendito fue ese día. Ellas son el pilar principal. La mujer da mucho juego en el Ejército: ellas sí que lo llevan el corazón, sí son de vocación. Son las primeras que dan el callo y las mejores soldados. Luego las hay que valen para despachos y las hay que valen para el combate, como los hombres.
¿Qué piensas de guerras como la de Irak?
Si pudiese resumirte lo que pienso en un dibujo, usaría ese famoso del fusil del que sale una flor, pero lo cambiaría: pondría el fusil hacia abajo, hundido en la tierra, y que de la tierra saliese una flor. No más guerras. Por mis hijos. Sé que me contradigo con lo que he dicho antes, pero ahí es donde está la verdad: a la guerra se va cuando hay elecciones. Son programaciones electorales, políticas. Es propaganda política.
¿Has intentado regresar al Ejército?
Si volviese al Ejército sería como perder otra batalla. Si volviese ya no sería el mismo. Y además, ya no me iban a mirar siendo el mismo. Mira que yo lo di todo por el Ejército, pero un tío que se va por trastornos mentales, un tío que no ha sabido sobrevivir a una guerra.
El cabo primero Durán, ex miembro de la Brigada XXI de Infantería Mecanizada de la base de Bótoa, atendió a VICE News en Badajoz, al oeste de España, unas horas antes de quitarse la vida el pasado 26 de junio. Tenía 43 años y llevaba nueve retirado.
Fuente: ViceNews
Haz tu comentario
Debes iniciar sesión para comentar.