La Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona se ha convertido en un infierno según nos relatan varios compañeros guardias civiles. Dos intentos de suicidios, sanciones por mensajes en WhatsApp, denuncias de acoso laboral, una denuncia por revelación de secretos y una sensación profunda de abandono por parte de los afectados.
El caso de Raúl
Raúl, que quiere que le llamemos así por miedo a que su familia se entere de su situación y su intento de suicidio, no comprende que eso se haya filtrado ni lo que se quería conseguir con ello. Se percibe el dolor y los momentos tan difíciles por los que atraviesa. Por ello ha presentado una denuncia por revelación de secretos.
“Quiero que se sepa que no es un suceso aislado”, nos dice en referencia a su acoso laboral y su intento de suicidio. Hablando con la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) nos hacen referencia al demoledor dato oficial de un suicidio cada 19 días y una tentativa cada diez.
“Estoy en un punto de no retorno, estoy en una situación terrible. Lo que quiero es que otras personas no se sientan solas. Llevo en la Guardia Civil desde 1998”. Raúl se queja de uno de los grandes problemas que existe en la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas y es la ausencia de confidencialidad de las bajas médicas o los problemas en el pasado. Una vez que se ha tenido un problema, éste es conocido por todos, cuando las bajas médicas deberían estar revestidas de un protocolo de estricta confidencialidad. “En mi anterior destino ya había tenido problemas, pero hasta en el correo corporativo se publica que tengo una baja psicológica. En lugar de sentirme protegido y amparado lo que siento es que se me persigue”.
Raúl intentó solucionar la situación por el cauce reglamentario, pero el miedo a que sus compañeros fueran presionados y al final no declarasen le impidió dar el paso. “Yo les expuse la problemática y me dijeron que no se podía hacer nada por el acoso que yo sufría. No pude denunciar el acoso laboral porque los supuestos testigos están bajo el mando del acosador. Eso es lo que me impide denunciar”.
Sufrió el acoso de diferentes formas, ya que estuvo “meses sin recibir órdenes”. “Luego recibí órdenes indignas, me dan órdenes y contraórdenes, me hablan con desprecio, me gritan, me humillan… Soy una persona dura, pero llega un momento en el que ya no puedo más con la situación. Me deniegan una medalla cuando me corresponde y me ponen un IPEC negativo”. Es una constante el uso de las calificaciones o IPEC para castigar a los subordinados al igual que la inacción de sus superiores “todo esto sucede con la connivencia de los superiores”.
Raúl después de toda la conversación sigue sin comprender el motivo de revelar su identidad y lo que se perseguía con ello. Supone que hacerle daño, porque no encuentra otro motivo racional. Ello es lo que le lleva a denunciar. “Denuncio al coronel y al teniente coronel porque nunca me han revelado la situación de mi suicidio y, sin embargo, a una compañera le revelan toda la información. No entiendo qué aporta revelar la identidad del suicida que soy yo. Yo entiendo que no tiene ningún sentido”.
“Me siento muy perdido y no sé qué hacer en el futuro, han barrido todo lo que yo era de un plumazo”, se despide triste y con un tono de voz cansado. Le intento dar ánimos. “Tu vida vale mucho más que todos ellos, no te rindas…”.
El caso de Ana y su marido
Le preguntamos a Ana qué es lo que está sucediendo en la Comandancia de Pamplona y el motivo por el que las denuncias no paran de sucederse. “Lo que está sucediendo es que está cambiando la situación de las personas que sufren los abusos y se están dando cuenta de que la situación tiene que cambiar. También a raíz del libro nos estamos armando de valor para denunciar todos los abusos y atropellos. Siempre los hubo, pero han estado tapados porque a los afectados les han tapado la boca. Los mandos están actuando con total abuso de poder y los subordinados ya no lo soportamos. Sabemos que la única posibilidad es denunciar”.
Cuando recapacita sobre la situación de la Comandancia de Pamplona piensa en que la situación debe ser un auténtico infierno. “Sí, así es. A la gente se le está cayendo la imagen de la Guardia Civil, no se imaginan que dentro sucede lo que sucede. Siendo un cuerpo que debe defender la legalidad es incomprensible que la legalidad se incumpla en su interior”.
Ana nos avisa de que están perdiendo el miedo y que no van a tolerar lo que sucede. “Esto ha sucedido siempre, pero ahora parece que los guardias civiles ya no queremos soportar más todo esto. Parece que hemos perdido el miedo a denunciar y estoy segura de que hay muchas personas que van a dar el paso. Saben que el camino correcto es luchar contra la corrupción”.
Ante la gravedad de los hechos, cualquiera se puede preguntar si alguna autoridad ha intervenido. Ana nos lo aclara. “No, no. Incluso nuestro Director General ha llegado a decir que no hay ningún caso de acoso laboral en la Guardia Civil. No le interesa que la sociedad sepa lo que sucede en nuestro mundo y lo más cómodo es negar los hechos”.
“Nos sentimos abandonados. De hecho, las últimas noticias que han salido en Navarra deberían ser motivo mínimo para una investigación pero nadie hace nada. No son bobadas, hablamos de suicidios”.
El caso de José Francisco
José Francisco comenzó a ver anomalías en la unidad en la que estaba destinado en el puesto de la Guardia Civil de Lerín (Navarra). “Veía cosas que no eran normales, como un Guardia Civil que tenía un hijastro enfermo ingresado en el hospital y le negaron el permiso”. Por ello se quejó, ya que no consideraba adecuado negar un permiso ante la enfermedad y el ingreso hospitalario en un hospital. “Desde entonces comenzaron los problemas”.
El siguiente paso ya lo conocemos la mayoría de los que vivimos en el mundo militar o en la Guardia Civil y es la represalia. “Me incoaron tres faltas graves en seis meses después de tener una falta en toda mi carrera como guardia civil y 21 años de servicio”. Es una constante ver como en el momento en el que se produce una queja o un choque las bajas calificaciones o las sanciones disciplinarias se multiplican. “La primera falta grave llegó por negarme a limpiar un garaje. Intenté hablar con mis superiores pero no me quisieron recibir. En cuanto he pasado a retiro he denunciado, antes no lo he hecho porque tenía miedo”.
Cuando un militar o guardia civil va al juzgado se encuentra con un muro. “Aunque sean muy claras las pruebas no me aceptan ninguna y lo que sucede es que te desgastas. Se saltan la normativa y luego en el tribunal militar aceptan las pruebas que solicito pero no pasa nada. Han dado partes falsos y no les pasa nada”.
La profunda decepción de aquellas personas que aman el cuerpo es indescriptible ante esta sucesión de hechos y el abandono por parte del Ministerio y la cúpula de la Guardia Civil. “Me siento humillado e impotente. Me da rabia porque me gusta mi trabajo y al final me tengo que ir a mi casa. Estoy intentando contactar con los políticos para intentar conseguir que se investigue lo que sucede”.
El último intento son los políticos. “He remitido una carta al diputado de Izquierda Unida Ricardo Sixto y estoy esperando su respuesta”.
Por suerte, José Francisco no se siente solo porque tiene “la suerte de sentir el apoyo de todos mis compañeros y eso es una suerte. He adjuntado las declaraciones juradas de mis compañeros a la denuncia”.
El delirante caso de la abogada Noelia
Noelia es abogada y acude a la comandancia de Pamplona a recoger documentación. En un momento dado, le llega un anónimo a casa de sus padres en el que le comunican que se han encontrado un “pantallazo” con su información personal por lo que entiende que la han estado investigando en la base de datos de SIGO (Sistema Integral de Gestión Operativa).
Resulta que Noelia se encuentra en una base de datos en la que se incluyen sospechos/as. “¿Por qué soy sospechosa? Por defender a guardias civiles. Sé que soy molesta por recordarles que los guardias también tienen derechos y que esto ya no es el ordeno y mando”. Noelia no entiende que no se investigue porque SIGO puede ser auditado y se puede saber quién y para qué ha consultado sus datos. Noelia pertenece al sindicato Manos Limpias y han enviado una nota de prensa por su caso y nadie la ha publicado salvo El Confidencial Digital.
La Agencia Española para la Protección de Datos (AEPD) ha recomendado a la Guardia Civil este mismo lunes que suprima los datos de aquellos ciudadanos sin antecedentes, ya que se han procedido a incorporar en el fichero SIGO a personas que carecían de antecedentes penales o policiales y que no habían cometido infracciones administrativas. Deseamos que los datos de Noelia desaparezcan del mencionado fichero.
“Supongo que su objetivo era que me asustase. A mi entorno le preocupa, claro, pero yo no pienso retirarme”. Noelia no se rinde y tiene claro que va a seguir ejerciendo su profesión hasta las últimas consecuencias. “Si viene otro guardia al que le hayan sucedido las aberraciones que les suceden yo pienso defenderle”.
El caso de Julio
Julio es sargento primero de la Guardia Civil con 32 años de antigüedad en Navarra. Ahora se encuentra de baja psicológica “debido al capitán y al comandante”, que son los que mandan, sus jefes directos. Todo comenzó en las fiestas de San Fermín del año 2013 cuando chocó con el primero de ellos.
“Julio se queja del incumplimiento generalizado de la normativa de la forma arbitraria. El capitán me ha degradado con las órdenes y el comandante le ha ratificado”. Como es norma, comenzaron a no pagarle el complemento de jefe de destacamento que asciende a 340 euros, aunque este año su destacamento ha tenido los mejores resultados de la historia. “Como es un complemento subjetivo no tengo derecho a reclamar”. El desprecio es continuo y cuando sus compañeros cobraron la productividad en el grupo b, él fue el único que recibió la productividad en el grupo c. “Será porque soy feo”.
“Las venganzas son continuas y después llegaron las notas negativas. Como yo reclamé el informe (IPECGUCI) me sancionan con cinco días de haberes por ello”. Nos cuenta que desde el 19 de marzo su vida es un calvario y ha terminado de baja médica. Ha interpuesto una denuncia por abuso de autoridad y acoso laboral para intentar defenderse de todo lo que le sucede. Siente una impotencia enorme por terminar de baja médica cuando ha cumplido más de 30 años de servicio. “La verdad es que han conseguido que aborrezca esto cuando siempre he amado mi profesión. Ahora no puedo ni verlos”.
“Hay otros tres compañeros del destacamento que se encuentran en situaciones parecidas, pero no se atreven porque tienen miedo de estos dos elementos”.
Se siente abandonado por los altos mandos. “No me ha llamado nadie, te sientes incomprendido”.
Testimonios así y ver cómo la mayoría de ellos se esconden tras nombres ficticios asusta.
La situación de las familias de los guardias civiles acosados
El gran problema de los guardias civiles y sus familias es que viven juntas en los cuarteles. Sonia nos cuenta la dura situación por la que atraviesan. “No entendemos que una institución como la Guardia Civil que se dedica a defender a la sociedad no defienda a sus miembros”.
Denuncia la soledad que se sufre porque “es muy duro vivir con este problema porque el resto de familias no se acercan a ti”. Nos cuenta que cuando llega la tarde al cuartel se sienten muy solos porque “pierdes a los amigos que tenías y ya nadie te mira. Y los hijos, ¿qué haces con ellos? ¿Qué les enseñas?”. Se lamentan del trato que reciben muchos de ellos, ya que “parece mejor ser un sinvergüenza que un guardia civil porque tienes más derechos”.
No sabe cómo va a terminar toda esta situación. “Nuestros maridos están con pastillas pero nosotras vamos a acabar locas con esta persecución”.
La posición de Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC)
La situación es insostenible y el portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), Juan Antonio Delgado, advierte de que “episodios como este demuestran que los mecanismos y protocolos antiacoso no funcionan cuando éstos existen, porque en muchas ocasiones se carecen de ellos. Lo mismo sucede en cuanto a conductas suicidas y muchos de estos acosos acaban en suicidios. La Guardia Civil tienen un problema muy grave. El General Ulla en el Consejo de la Guardia Civil afirmó que en la Guardia Civil no se producían acosos, cuando eso es muy difícil de creer porque cuando alguien afirma que de 80.000 guardias civiles no hay un solo caso de acoso eso es muy grave en sí mismo, y más cuando las estadísticas oficiales afirman que hay un suicidio cada 19 días y una tentativa cada diez días. Es muy preocupante”.
El presidente de la ASIGC-PROFESIONAL (Asociación Independiente de la Guardia Civil), José Antonio Méndez Moreno, nos comunica que “es muy grave lo que está sucediendo y se debe abrir una investigación para esclarecer lo sucedido. No se comprende muy bien cómo puede ser que nadie haya tomado cartas en el asunto, porque los hechos que se han denunciado en el juzgado son casos muy serios como dos intentos de suicidio, denuncias por acoso laboral, violación del secreto a las comunicaciones personales, etc.”.
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